domingo, julio 19
{ 11:32 p. m. }
Allí me encontré, tendida en un charco de sangre y sola. La calle vacía parecia terminar en una infinita penumbra y las únicas luces encendidas parpadeaban intermitentemente lo que le daba a la escena un aire de terror de pélicula. No podía creer que mi vida hubiera terminado de aquella manera, mas bien me impresionaba que habia terminado sin hacer muchas cosas que me hubieran gustado.
Ese fue mi impresion al verme convertida en un fantasma, recordar la vida sin saber que es la muerte. Me siento como una anciana pensando en mi historia cuando tengo (más bien tenia) 16 años. Y todo pasó tán rápido...
Puedo empezar la historia con el fátidico día en que conocí a Alex, o podria empezar desde mi nacimiento. No tiene mucha diferencia puesto que siempre consideré ese día como el verdadero comienzo de mis días, que conocí que era la felicidad y ahora me doy cuenta que conocí todo sentimiento y emoción que los humanos seamos capaces de sentir. Eso fue vida y hasta mi propia muerte.
No exagero que al verlo entrar por la puerta de mi salón de clases, algo hizo click en mi cabeza. Fue tal vez que exhalaba un aire de confianza y seguridad a pesar de ser nuevo en la escuela; lo ví al entrar a la escuela pero no supuse jamás que compartiriamos el día, el espacio, el aire mismo. Se sentó 3 lugares por adelante de mi y mi vista tardo en apartarse de su... nuca. Vaya no era la unica que le clavo los ojos y lo escaneo para invocar su imagen mas tarde, por eso mismo jamás me dí una oportunidad en mis fantasias con el ya que eramos demaciadas y entre esas tantas era imposible que una chica como yo llegara a destacar.
Me invente el cuento de preguntarle como le habia parecido su primer día como toda buena compañera, tal vez preguntarle donde vive y en el remoto caso de coincidir, ofrecerme a acompañarlo; una campana de cambio de hora acabó con mis fantasias y Mariana, ofreciendole ayuda en ponerse al corriente en los apuntes, acabó con mis pocos animos de atreverme a acercarmele.